Yo le tengo un terror casi patológico a la oscuridad. La misma turbación me asalta cada vez que escucho el rumor de un tren aproximándose, cortando limpio las arterias de la noche. Hay una imagen de mi infancia que conjuga ambas sensaciones y se proyecta como uno de los episodios más inquietantes que viví. Tenía una amiga por aquel entonces que vivía a metros de las vías de tren. Me acuerdo las veces que me quedaba a dormir en su casa: su familia tenía la costumbre de tapiar la casa de oscuridad a la hora de irse a dormir, como si el negro -asfixiante con el rigor de los absolutos, en el que abrir y cerrar los ojos no hace ninguna diferencia mensurable- fuese la más confortable de las frazadas. Oscuridad predatoria. En un estado de orfandad total, librada a la piedad de la más densa de las nadas, sin poder reencontrar con el alivio de una textura familiar. Yo no me puedo confiar a la oscuridad. Nunca pude. Una vibrante sensación me apuñala el espinazo de sólo pensar en un estado de clausura sensorial tal que no puedo distinguir mi propia mano del resto. Se diluyen mis contornos, estoy en ninguna parte y estoy en todas a la vez: es la desesperante promiscuidad metafísica lo que me angustia y me aterra. El asunto es que... no puedo ver mi mano, no puedo verla. ¿Existo? Si me soplaran suavemente la piel en ese momento, me desintegraría en interrogantes, angustia suspendida que se fuga hacia ángulos imposibles para nunca volver. Ante la más envolvente de las oscuridades, todo mi mundo centrifuga hacia dentro. Y se amplifican detalles, pequeñas presencias fisiológicas, pulsares micro-quirúrgicos, volviéndose un mundo tan inquietante. Me es muy cara la fascinación aterrada de la sensibilidad romántica, meciéndose en la torturada garganta del abismo. Las monstruosas fauces, las cavernas inflamadas del vacío volviéndose membrana-bóveda de nuestras búsquedas sin sentido. O cosas por el estilo. Pero creo que se ha pasado por alto lo monstruoso que puede ser el mundo microscópico. Formas imposibles, formas que no deberían ser, supurando con marcial organicidad, cubismo cruel. Y yo en la oscuridad soy todo eso, atenta a cada milimétrica confesión de vida que se supone que debería ser yo, y que no reconozco. Me acuerdo de mí, en ese momento, con los ojos bien abiertos, tratando de rasgar una mortaja líquida adherida a mis ojos; atenta, mórbidamente atenta a la menor señal de familiaridad en ese universo caótico de abstracciones reptantes. Y el péndulo que me devuelve a la realidad concreta, que me devuelve algo de situación y me la arrebata arbitrariamente, es el sonido del tren de medianoche, esa proximidad de lo inasible y lo temerario, que traza túneles en el bloque denso de la noche húmeda de verano. ¿Cuántas historias había escuchado yo de gente que se arrojaba al tren? Seguramente esos números y esos cuentos engrosaban la urgencia de mi corazón latiendo, latiendo tan fuerte que al despertar me quedaba el ardor cúbico de un volumen inexacto, acorralado dentro de mí, como una fiera hidrofóbica. Pero lo que más me asustaba era esa cadencia de péndulo, el sentido de proximidad, de irreversibilidad; de que la única certeza que tenía en ese escenario era algo que iba y venía, arquitectura del miedo que embestía y me dejaba sin nada... arrojada a esperar en la octava vértebra de la noche, balanceando mis pies desnudos en el vacío, contando sedienta e insomne cuántas horas, cuántos minutos, cuántos segundos más faltarían para la próxima vuelta de tren.
Hoy me reencontré de golpe y porrazo con "El Aljibe", un cuento mío y larguísimo que desempolvé del arcón de los recuerdos... de aquel tiempo en que me arrogaba en tules de "Banana Split Lady", que militaba el drama y el rimmel corrido como estandarte... leyéndolo ahora, me parece bastante soporífero y plagado de un montón de lugares comunes propios que detesto, como la compulsiva adjetivación barroquista (por momentos, algunas líneas tenían una musicalidad auténtica, muy bonita, que crujía ante el peso de grandes palabra-monolitos, arrojados negligentemente ahí, sin ningún tacto ni respeto por la temporalidad de ese universo que quería emerger y desplegarse a su manera). Peeeeero, este recorte merece atención y pensar dos veces antes de sentenciar cualquier escrito al cadalso vergonzoso del tacho de basura atestado de borradores de papel:
"(...) Mi corazón parecía ser un fugitivo más, pujando por salir de mi pecho traicionero, que lo asfixiaba como una dama de hierro y lo condenaba a una injusta corporización de la que son esquivas las cosas bellas. Somos espectadores de belleza todos nuestros días, pero la única belleza real es la que se desintegra dejando una estela de doliente memoria en nuestras manos".
*¡Cuando una mujer dice NO es NO! *¡Basta de violencia contra las mujeres! Cárcel a los golpeadores, abusadores, violadores y asesinos. No digas “amor” cuando hay violencia. Si te pega, no te quiere. *¡Ningún femicidio más! ¡Justicia por Sandra Ayala Gamboa! *Aborto legal, seguro y gratuito. ¡Libertad a Romina Tejerina! *Rechazamos todo tipo de violencia sexista: en el lenguaje, en los medios de comunicación, en la educación, en el sistema de salud y en la legislación. *Aparición con vida de las mujeres secuestradas por las redes de prostitución y castigo a los responsables. Desmantelamiento de las redes de trata. *No a la persecución policial y judicial de las mujeres en situación de prostitución. Cárcel a los proxenetas, tratantes y sus cómplices. *¡Basta de heterosexualidad obligatoria! No a la opresión e invisibilización de las mujeres lesbianas y bisexuales. ¡Basta de misoginia/ lesbofobia/ transfobia! *Mi cuerpo no es pecado. ¡Por los placeres sin culpa! Separación de la Igle$ia del E$tado. *¡Basta de patrones de belleza criminales! Ni santa, ni puta, ni madre, ni esposa: ¡basta de etiquetas! *¡Basta de división sexual del trabajo! Igual remuneración por igual trabajo. ¡No al acoso sexual en el trabajo!. *El cuerpo de las mujeres no es botín de guerra. Mujeres latinoamericanas en lucha. *¡No a los códigos contravencionales fascistas que criminalizan la protesta social y persiguen a las mujeres en situación de prostitución! Asegurando vida digna, construimos seguridad: ninguna piba nace chorra. *El silencio es cómplice de la violencia. Denunciamos la complicidad estatal en el sostenimiento de la violencia contra las mujeres.
Convocamos a una jornada de lucha en calle 7 entre 45 y 46:
11.30 hs.: conferencia de prensa con Nelly Gamboa, madre de Sandra Ayala Gamboa. 14 hs.: jornada contracultural con bandas en vivo, intervención urbana y performances. Tocan: murga Se Armó La Gorda, Vatangueando, Les Minón, Condenadas al Éxito, Batuquelé y Mansa Locura. 17 hs.: movilización para repudiar la violencia hacia las mujeres, el código Scioli y la baja de la edad de la imputabilidad. 19 hs: cierre con bandas.
Les presento a mis creaciones drag kings Johnny Bolero y Pedro McDaddy, ambos fanas de Sinatra y cultores del tango queer. Y este post está más que dedicado a un amigo abrazador que está estrenando hoy martes 10/11, taller de Drag King en el Centro de Cultura y Comunicación de La Plata (calle 42 entre 6 y 7). El taller está dirigido a mujeres, lesbianas, trans.
En sus propias palabras:
"(...) Trataremos de explorar desde la práctica colectiva la construcción performativa de la masculinidad, sus beneficios sociales y corporales y sus posibilidades para la acción política. Los objetivos de esta práctica performativa son: poner de manifiesto el carácter construido de la masculinidad. Así como una desprogramación de los códigos de género naturalizados y potenciar el júbilo político y sexual para intervenir colectivamente en las tecnologías de los códigos culturales del género en la memoria y en la acción corporal (...)".
"(...) sola en la cama, mirando al techo, escucho Flema y mil recuerdos... pero por eso, no he de sufrir, con mi "Nunca Nos Fuimos" soy felizzzzzz...."
Si lo traduzco no tiene gracia, definitivamente. El tema de Leonard Cohen "Hey That´s Not The Way To Say Goodbye" es una de esas canciones "espuma tibia para heridas saladas": te abriga a la par que te deja hechx unx enchastre de lágrimas (a esa misma categoría pertenecen canciones como "There´s A Light That Never Goes Out" de The Smiths, "She Talks To Rainbows" de Los Ramones y prácticamente todo el repertorio de Tom Waits).
Pero esa frase, esa maldita frase... "(...) your eyes are soft with sorrow (...)", traduciéndola haría un estrago así como "(...) tus ojos están ablandados por la culpa"; pero nunca una traducción tan mezquina podría hacerle justicia a sensaciones tan palpables y elusivas a la hora de contornearse en palabras. "Your eyes are soft with sorrow"... ¡¿Leonard Cohen, cómo pudiste escribir algo así?! Unx se imagina la cabeza rubia remoloneando en las sábanas despintadas de siesta ("...your hair upon the pillow like a sleepy golden storm..."); pero por sobre todas las cosas, ese punto agudísimo en donde los ojos revientan en coágulos nebulosos, la pupila se diluye entre islotes de color lavado, entintados en angustia, angustia que quiebra la voz, angustia-bloque geométrico que se encalla ardiendo en la garganta. Las palabras, los ojos, la voz rajada, ablandadas por la culpa. Me niego a seguir usando esa traducción. Porque la frase original es demasiado hermosa, y por sobre todas las cosas, demasiado justa.
Últimamente, uno de los ejes de gravitación de la febril y cada vez más abombante carrera en círculos que vive en mi cabeza, era la cuestión del amor y el deseo. De hecho, todavía estoy acariciando las vivas resonancias que dejó en mí una charla que sostuve con algunas cumpas en el viaje de vuelta de Tucumán a La Plata, cuando armamos una suerte de extensión motorizada del taller de Mujeres y Sexualidad. Hace ya un tiempo que adopté, con mucha ironía socarrona y gusto por el placer iconoclasta y escéptico, pero también con una buena dosis de desgarro emocional, la frase "el amor es el opio de las mujeres" de Betty Friedan y Kate Millet como muletilla de cabecera, como estribillo incendiario de un momento personal que se ha extendido lo suficiente (haciéndose molde elástico de un montón de ansiedades, sensaciones e inquietudes) como para que podamos hablar de momentos, o en todo caso, de ardor sediento por nuevas búsquedas.
Pero le estoy robando mucho espacio a la estrella (negra, salvaje, descarnada) del post, que es el testimonio personal de Charles Baudelaire (mi pluma favorita de todos los tiempos, tutela capital en mi formación de adolescente darkie, me hago cargo del cliché :P). Con la amarga y elegante lucidez que le concedió la soledad y el tránsito noctámbulo por las calles del opio, Baudelaire escribió en sus cuadernos personales, allá lejos y hace tiempo, a mediados del siglo XIX:
"(...) Creo que ya escribí en mis notas que el amor se parece mucho a la tortura o a una operación quirúrgica. Pero esta idea puede ser desarrollada del modo más amargo. Aún cuando los dos amantes estuvieran muy enamorados y muy llenos de deseos recíprocos, uno de los dos siempre estará más tranquilo, o menos poseído que el otro. Ése o ésa, es el operador o el verdugo; el otro es el sujeto, la víctima. ¿Escucháis esos suspiros, preludios de una tragedia de deshonra, esos gemidos, esos gritos, esos estertores? ¿Quién no los ha proferido, quién no los ha irresistiblemente arrancado? ¿Y qué encontráis peor que eso en la tortura aplicada por cuidadosos torturadores? Esos ojos extraviados de sonámbulo, esos miembros cuyos músculos se sacuden y se contraen como bajo la acción de una pila eléctrica, ni la embriaguez, ni el delirio, ni el opio en sus más furiosos resultados, os ofrecerán por cierto, tan espantosos, tan curiosos ejemplos. Y el rostro humano, que Ovidio creía hecho para reflejar los astros, helo aquí que no expresa más que una ferocidad loca, o que se distiende en una especie de muerte. Porque, ciertamente, yo creería cometer un sacrilegio aplicando la palabra "éxtasis" a esta especie de descomposición.¡Espantoso juego en el que es necesario que uno de los jugadores pierda el gobierno de sí mismo! Una vez preguntaron delante de mí en que consistía el mayor placer del amor. Alguien respondió naturalmente: "en recibir"; otro: "en darse". Éste dijo: "¡placer de orgullo!"; y aquél: "¡voluptuosidad de humillación!". Todos estos cerdos hablaban como la Imitación de Cristo. Al fin apareció un impúdico utopista que afirmó que el mayor placer del amor era el de formar ciudadadanos para la patria. (...)"
Es así como el tío Charlie, todo un cultor de aquella máxima suya que postulaba "lo que hay de embriagador en el mal gusto es el placer aristocrático de desagradar", termina su dolorosa disertación, aportando una cuota de su caústico y refinado humor satanista:
"(...) Por mi parte, yo digo: la voluptuosidad única y suprema del amor consiste en la certidumbre de hacer el mal. El hombre y la mujer saben, de nacimiento, que toda voluptuosidad se encuentra en el mal".
PS 1: mi concepción absolutamente negativa del amor refiere al mito del amor romántico, sacralizado, trascendental, asimétrico, ritualizado, y a la jerarquización de esa modalidad de amor por encima de otras posibilidades erótico-afectivas subalternas, desclasadas y polimorfas. Obviamente, he estado enamorada, de forma convencional, por así decirlo, y también de formas más lúdicas y emancipadoras. Esta náusea no se la dedico, entonces, a toda la profusión de modos bastardos de comunicación (erótica, política, sensible, intelectual) con la/el otrx; sino al Amor (así con mayúsculas dictatoriales y esencialistas) como única y fatal posibilidad, que se alimenta con el sacrificio de las individuales en el altar monstruoso de la Pareja.
PS 2: la ilustración que acompaña esta nota es un Autorretrato del mismo Baudelaire, bajo los efectos del hachís.
Acá una surtida antología de graffittis, stencils y demases formas de rabia feminista hirviendo en las paredes tucumanas. En realidad, se trata de una re-recopilación de un post de Indymedia, "Impregnadas en la Pared", con algunos de los slogans, escraches y manifiestos más elocuentes de la marcha del domingo en el 24° Encuentro de Mujeres.
Ah, y aprovecho la oportunidad para hacerle acordar a mi cumpa Chica Ostra Rabiosa, que se acuerde de mandarme la foto feminista rutera que sacó con su celular ;)
"No quiero una vida de mentiras y pretensiones. No quiero jugar al ataque y la defensa. Sólo quiero mi propia vida. Sólo quiero ser libre. Para que vos puedas ser vos y yo pueda ser yo."
Allá lejos y a fines de los 70s en Inglaterra, existió alguna una vez una banda llamada The Crass. Me corrijo: no eran simplemente una banda musical, eran un colectivo artístico cuyas filas estaban conformadas por espásticos verborrágicos y caústicas furiosas libertarias, que estremecieron los escombros (y se los ofrecieron bien servidos en escabeche y bandeja de plata a la Reina) de una sociedad caduca, comatosa y estéril sacudiendola con su sanguínea furia lumpen. Nombres como Eve Libertine, Steve Ignorant, Peeve Libido, Joy DeVivre, Penny Rimbaud y Gee Vaucher eran partners in crime con un primoroso prontuario a sus espaldas: anarcos, okupas, ecoterroristas, feministas radicales, situacionistas. Juntxs formaron una de las expresiones más políticamente incorrectas, irreverentes y activistas que se haya visto a lo largo de la historia de la música. Renegando de la rebeldía prèt à pòrter ("pseudo punkitos con el acento finito y blah blah blah") de sus congéneres, se decidieron llevar un poco más allá su declaración de principios hasta convertirla en causa y estandarte de sus actos. Podríamos concederles el mérito de haber sido lxs más consecuentes promotorxs de una de las más bellas y movilizadoras consignas punk: el do it yourself o el "hacelo vos mismo".
The Crass no era sólo una banda de gritonxs con náusea, sino que extendieron todo su campode operaciones hacia todas las áreas posibles de la escena cultural, siempre buscando despertar la escisión inteligente, el desprendimiento contrahegemónico: fanzines, artes plásticas, panfletos políticos, escándalos en la vía pública, pinchadas de teléfono, manifiestos escritos en cuerpos enérgicos hasta la afonía. Eran un puñado de monigotes haciendo estragos con la guitarra, su música era estridencia, ardor, espontaneidad guiada por un radical sentido de la urgencia, es algo que hierve en las entrañas y taladra el pecho, un revulsivo de-collage de denuncias, verdades y visiones enhebradas con la dificultad de unx niñx atragantado de realidad pero empapado de coherencia (querés decir todo/pero no sabés como empezar/por dónde/cómo decirlo).
El resultado: virulentos estallidos antiinstitucionales en "Yes, Sir, I Will" o "Christ: The Album" o vehementes postulados feministas como "Penys Envy" (inolvidable performance de Eve Libertine cuando en "Smother Love" -anticipándose a la frase iconoclasta de Kate Millet de "el amor como opio de las mujeres", canta con virginal compulsión: "¿vos me amás, vos me amás? ¿Vos me querés toda para vos? ¿Me amás? Decime que me necesitás, que soy la única, decime que soy tu todo, construyamos una casita, construyamos una casita con nuestros pequeños niños, la prueba de nuestra normalidad que justifica el mañana"); incluso uno de sus singles se titula "¿Qué se siente ser la madre de un millón de muertos?", dedicado a Margaret Thatcher en plena guerra de Malvinas (el disco contenía una grabación clandestina en donde Maggie hablaba con un Secretario de Estado revelando información confidencial y estratégica de la guerra). Llegaron a aguijonear tanto que hasta la Scotland Yard estuvo tras sus talones. Letras increíblemente mordaces, con una lucidez pocas veces vista en una banda de rock, acompañada por hilarantes afiches (creadas por la increíble diseñadora gráfica Vaucher) en ponían al mundo entero en un escaparate del ridículo, mofandose de todo aquello que consideraban absurdo y fútil: la guerra, Dio$, lxs políticxs, la Igle$ia, los tecnócratas, el star system, la escuela, la familia, la mujer-objeto y el varón- máquina. 1984 (como el año de la profecía orwelliana) fue el año en que dejaron de existir.
Recauchutaje de la Reina perpetrado por Vaucher para el arte del single "Nagasaki Nightmare"
Arte de Vaucher para el disco "Penys Envy"
¿Más botones de muestra? La letra durísima de "Systematic Death", de uno de mis discos favoritos de todos los tiempos, "Penys Envy":
"Muerte sistemática" ("Systematic Death"):
Sistema, sistema, sistema
Muerte en vida.
Sistema, sistema, sistema
La navaja del cirujano.
Sistema, sistema, sistema
Hachando el cordón.
Sistema, sistema, sistema
Unx niñx nació.
Pobre cabroncitx, pobre niñx
Nunca pidió una vida, ella nunca lo hizo.
Pobre bebitx, pobre pulguita
Llorando por comida mientras sus padres pelean,
Llorando por comida mientras sus padres pelean.
Sistema, sistema, sistema
Mandarlo a la escuela.
Sistema, sistema, sistema
Forzarlo a arrastrarse.
Sistema, sistema, sistema
Enseñarle cómo engañar.
Sistema, sistema, sistema
Pateale el pie.
Pobre nenito, pobre mocosito
Ellxs lo palmearán si es bueno y lo golpearán si es malo.
Pobre pibito, pobre chabón
Ellxs lo forzarán a alimentar su cabeza con su inútil basura.
Sistema, sistema, sistema
Ellxs le enseñarán a cocinar.
Sistema, sistema, sistema
Ellxs le enseñarán cómo debe verse.
Sistema, sistema, sistema
Le enseñarán a ella todos sus trucos.
Sistema, sistema, sistema
Crean otra víctima para sus grasosos pellizcones.
Pobre nenita, pobre jovencita
Otro pequeño objeto para pinchar y pellizcar.
Pobre dulce niña, pobre caballita
Ellxs joderán su mente para poder joderla boba.
Sistema, sistema, sistema
Él crecerá para ser un hombre.
Sistema, sistema, sistema
Educado para encajar en el plan.
Sistema, sistema, sistema
Cuarenta años de trabajos.
Sistema, sistema, sistema
Oprimiendo botoncitos, tirando palanquitas.
Pobre obrero, pobrecito siervo
Trabajando como una mula por la mitad de lo que vale
Pobrecitos insertados, pobrecitos caballeros,
Trabajando por un dinero que en realidad ya gastó.
Trabajando por un dinero que en realidad ya gastó.
Él está vendiendo su vida,
Ella es su leal esposa,
Tímida como un ratoncito.
Ella tiene su casita,
Él tiene su autito,
Y ellxs comparten la barra de cócteles.
A ella le gusta cocinar sus comidas,
Sabés, eso que se parece.
A veces él trabaja hasta tarde
Y su cena tiene que esperar
Pero a ella no le importa realmente
Porque él está haciendo tiempo-extra.
(...)
Ellxs van a la piscina cada semana,
Esperando ese afortunado recreo.
Luego ellxs harán un viaje al extranjero,
Haciendo todas las cosas que no podrán pagar.
A ella realmente le gustaría tener una piel,
A él, un auto más grande.
Ellxs podrían comprar un bungalow
Con una puerta georgiana para mostrar.
Él podría pensar en dejar el trabajo,
Pero no, no le gustaría holgazanear.
Él prefiere quedarse y cobrar por sus días honestos.
Él tiene toda una vida de trabajo por delante,
No hay descanso para los muertos.
Ella trata de hacérselo más agradable,
Él sólo le dijo "gracias", una vez o dos.
Sistema, sistema, sistema
Despojados de toda esperanza.
Sistema, sistema, sistema
Educados para no dar más abasto.
Sistema, sistema, sistema
Esclavxs desde el principio.
Sistema, sistema, sistema
Hasta que la muerte los separe.
Pobre cabroncitxs, qué lastimoso par
Les robaron sus vidas, pero a ellxs no les importó.
Pobre queriditxs, tus vecinxs de al lado,
Víctimas del sistema y sus crueles bromas.
Víctimas del sistema y sus crueles bromas.
La pareja contempla las ruinas
Y los sueños de un hogar dulce hogar.
Ellxs casi terminaron de pagar la hipoteca
Cuando el sistema arrojó sus bombas.
PS: Les dejo el link para bajar los discos de The Crass.
Lala tanteó el borde del acantilado. No podía encontrarse más al final. La lluvia caía chirriando rabia y el atardecer se rebanaba lentamente en tiras de plástico frito, que, al caer contra los zócalos recalentados, rompía dramáticamente en agua espumosa. El brazo de Lala se movía como un péndulo, su mano jugaba a trepar el vértice y luego se dejaba caer al vacío. Llegué, dijo, con los ojos entrecerrados y una sonrisa agotada. Lala reparó en su corazón latiendo violentamente, como una bestia cebada, aprisionado entre resortes ácidos que presionaban por reubicarlo en su cofre de membrana. Lala tuvo que relamer sus labios para protegerlos del agrio acople de sus tripas. Aún así, Lala estaba con su corazón. Con su mano izquierda, trazó suaves círculos, densos como la crema, en su pecho. Éter, éter, sacudió su cabeza, sonriendo: ¡rompería el éter a dentelladas limpias! Su mano se deslizó bruscamente del triángulo de piel y cayó al costado para encontrarse con el mosaico liso. De una tibieza irregular, inflamada de suavidad rosada, a una tibieza euclidiana, silente. Lala sintió el ronquido áspero de la tortuga, metros más abajo. Se incorporó, sosteniéndose con los brazos, y le vio el ojo triste al pobre animal. Una ampolla negra, acuosa, coronada por finas raíces rojas, las pestañas como rastrillos curvos, que protegían la marcha de la tortuga. Nos estamos moviendo, pensó, y volvió a reposar su cabeza boca arriba, con cuidado de derramar prolijamente su cabello en el borde, ahí donde se extinguen las escuadras. Abajo, la tortuga proseguía su camino, rezumando archipiélagos de humo que se enroscaban en el brazo caído de Lala. Arriba, el sol, puro incendio sin contornos, lacraba un cementerio de geometrías en desuso. A la derecha de Lala, el abismo lechoso, reconquistado con cada paso firme de la tortuga. A la izquierda, todo el mundo recorrido por ella, escenario de cartón desdoblándose en sombras largas. Una tajada de tierra y vidrio balanceándose en el lomo encostrado. Lala está ahí, entre sacudidas, feliz de hallarse en el fin del mundo. Este borde, pensó, aferrándose agradecida al vértice, me hace piel vibrante y ansiosa, es todo lo que necesito para lanzarme a la posibilidad. La lluvia había cesado y el sol se escurría bajo el vientre de la tortuga. Quedaba un largo viaje por delante.
(Este es un cuento corto que escribí a principios de este año, creo que pide a gritos una transfiguración visual... posiblemente, idea de futuro cortometraje animado).
Este fin de semana estuve trabajando intensivamente en mi proyecto de tesis, esta vez experimentando animar hilos de coser y cartones dibujados. El hilo de coser resultó ser un asombroso hallazgo: es un material super lábil, tan difícil de manejar como fascinante a la hora de intentarlo, ideal para habilitar creaciones efímeras, fogonazos ingeniosos que emergen con la desfachatez de una cosquilla y después rápidamente se desdicen. Mi idea en esta parte del proyecto es la de pensar el comienzo biográfico de una persona como pura y subversiva abstracción cinética, inclasificable y enredada, y trabajar en el momento en que la mirada del Otro comienza a visibilizar los cambios en el propio cuerpo. En realidad, partir de la base de que a una no le crecen los senos, ergo tiene que usar corpiño; sino revertir por completo la ecuación: desde el momento en que se reglamenta el corpiño, crecen los senos. En el crecimiento de la mujer, la conciencia del género -aquí el género es concebido como algo completamente arbitrario y violento, como un proceso formativo/correctivo en el que se instituyen contornos de coerción y disciplinamiento- se labra a martillazos, a golpes de censura y represión, instalando y ratificando la desconfianza hacia el propio cuerpo. Más allá de toda mi palabrería de siempre (a veces no me soporto cuando se desboca Morganita teórica), me gustaría que vean el video y compartan sus opiniones (hay instancias en el proceso de tesis, donde me siento totalmente desbrujulada y necesito una mirada externa).
Mariposas, flores. Los alfiles de la taxonomía adoran hacer sistema de las expresiones más representativas de la vida orgánica. Es que también los sistemas son belleza, despliegan todo un juego de cartografías teóricas, paisajes abstractos hechos coordenadas y simulacros y una vertiginosa demonología de nombres clasificatorios, la mayoría de ellos en un latín oscuro, ligeramente herético en su opacidad. Pero esos sistemas tienen la belleza perturbadora y derrotada ya desde un principio, de las naturalezas muertas.
La canción y el video de "Blume" (recomiendo el hermosísimo album "Tabula Rasa"), de los alemanes industriales/neo-dadá Einsturzende Neubauten, produce esas mismas resonancias narcóticas e inquietantes. La tétrica coreografía entre lo orgánico y lo inorgánico. Ideal para vestir un día de lluvia como hoy. Ojalá que lo disfruten, es, definitivamente, uno de mis videos favoritos de todos los tiempos.
El rubor, aquella correntada rabiosa que crispa a las pecas y las transforma en incendiarias fulanas locas llamando a la epidérmica insurrección... el rubor es anarquía. Para empezar a esbozar cuestiones sobre la poética del balbuceo debería empezar por mí misma. Soy una enamorada de los discursos de barricada, de la retórica agit-prop, a veces me quedo solita defendiendo la convicción monolítica de la alegoría en plena era del sarcasmo posmo. Siempre quise ser un Manifiesto con pulso. Soy una atea apóstata ramona con un panteón de ídolos, Breton, Tzara, Debord. Pero justamente, cuando me pongo dedo-estandarte en alto, el encuadre se vuelve un acusador contrapicado y paso revista a esas palabras que son como megáfonos semánticos, me vuelvo inauténtica. O quizás no, quizás la autenticidad está en la pasión que bulle en cada una de esas palabras, de ese discurso de geometrías cortantes y poco recreo para tomar aire antes de largar otra sarta de palabras duras. La pasión es el modo de habitar el sentido de las cosas, el sentido que le damos a las cosas. Y la pasión tiene fisuras, lagunas, es vaporosa por momentos, elástica licuefacción en otros, ondula, exhala, vibra y viste toda clase de transformaciones físicas que muchas veces evidencian la naturaleza pura-cáscara de las palabras.
Hay muchos momentos en los que me siento cómoda en el terreno de las palabras: los juegos, las ironías, el absurdo, los discursos fuertes. Cargo con una angustia espantosa que es mi fuerte sentido del control y de la moralidad (así como Susan Sontag, yo también estoy aprendiendo a vivir siendo simultáneamente "una esteta enamorada y una moralista obsesiva"). El rubor es anarquía porque se filtra en los grietas de esos enormes bloques de sentido que son las palabras. La facilidad con las palabras me proporciona una máscara social con la que a veces me siento cómoda pero otras veces me siento muy sola: todavía estoy tratando de sacarme de encima, a chutes intensivos de diván, el estigma de ser soberbia y arrogante que siempre me atribuyó mi viejo. No soy soberbia y el rush de fuego que eriza la piel cuando tengo que hablar es la prueba más concreta de eso: no soy como mis palabras-propaganda, lisitas, sin fisuras, refulgentes y bravuconas; soy puro balbuceos y retazo, contradicciones centrífugadas, collage y decollage que se vuelve pulpa rojo tomate cuando la pasión excede ampliamente el contorno de la palabra.
Ese rubor es anarquía. Antes solía vivirlo como una enorme molestia, algo que me desacreditaba profundamente, que echaba a tierra mi discurso, que me hacía sentir socialmente incapacitada. Una borra expansiva de duda rosada sobre los mapas cartesianos de mis discursos. Ahora ya no. Ahora lo grito y lo vivo como una anarquía, como una anarquía sensible que me hace linda y (supongo yo) entrañable para algunxs. Toda mi tesis es justamente eso, un elogio del balbuceo, del borronazo rojo en las mejillas, de exorcizar el cartón de las palabras y volver al juego (¿cuándo fue que perdí de vista al humor -o mejor dicho, el Umor- postulado como la más bella de artes por los surrealistas?). El personaje de mi tesis está hecho de parches materiales (plastilina, tela, hilo, tiza, ya descubriré qué otras cosas más), en otros momentos, su imagen es pura interferencia y disrupción en una bóveda cóncava y plástica de imágenes otras.
Mi trazo al dibujar siempre se inclinó por las líneas rectas, fuertes y precisas. Ahora está tratando de familiarizarse con la licencia de la duda, de la vacilación hecha grafito, de la torpeza por decir empujada por un fuerte y poderoso sentido de urgencia. Haciéndose cargo, de esa estela de rubor que carga por detrás (convirtiéndola en la más orgullosa de las estolas de plumas).
Les quería compartir un pedacito de lo que estoy haciendo para mi tesis de Licenciada en Comunicación Audiovisual. Hago un pequeño paréntesis para contarles lo mucho que me entusiasma y me implica emocional y físicamente esta instancia de tesis: en este momento de mi vida, prácticamente no hay separación entre los universos sensibles y vivenciales de la tesis y de la experiencia cotidiana; siento que estoy estrenando nuevos sentidos (estoy hablando tanto de aquellos ligados a la percepción como de todo tipo de fabulaciones, remiendos y construcciones semánticas) y los estoy echando a correr en la vida misma (me viene una imagen de la niñez que no sé cuánto tiene de verdad y cuánto tiene de mentira apresada y asida en piel como memoria: la niña jugando con el autito de carreras, cansada del recorrido guionado por la pista, que pasa a definir otro tipo de juego, sintiendo el traqueteo del autito por su brazo, enredándose por sus pelitos, haciendo y deshaciendo dibujos en su propia piel). En fin, les presento un ejercicio de animación stop-motion para el taller de tesis, diario del personaje de mi proyecto (Ailín), una Sadie Benning hecha de tiza. Goce y frustración, temor y temblor, libertad y constricción, todos esos estadios emocionales centrifugados rabiosamente en las mejillas sonrojadas de Ailín. Corto inspirado en la hermosa y desoladora canción confesional de The Dresden Dolls, "First Orgasm" (del album "Yes Virginia"). Ojalá les guste. Sinceramente, a mí me estremeció hacerlo (y todavía me estremece mucho verlo).
He aquí una expresión (y una personajita) con la que me siento profundamente identificada: la campeona olímpica en ahogarse en vasos de agua. Recuperé este dibujo mío de un cuaderno de apuntes de la facultad de hace tres años, y como pueden ver, no ha perdido ni un ápice de vigencia: vanidad, vanidad, maquillada de espanto y vestida de (satinada) fatalidad :P
Aquí un video que armó el amigo Diego, con fragmentos del acto de Justicia por Sandra del viernes pasado y las palabras de la mamá de Sandra, Nelly Gamboa.
Este viernes 21 de agosto, las calles se vistieron con la pregunta "¿Sabés quién es Sandra Ayala Gamboa?", para después afirmar, enfáticamente, en paredes, en la calle, en el rojo furioso que teñía ARBA (Agencia de Recaudación de Buenos Aires), en lxs perrxs compañerxs del Olga Vazquez (también entintados de salpicones rojos), en el montón de gente que detuvo su oído, escuchó y después se sumó al grito: "¡Todas somos Sandra!". A veces las palabras son esquivas para describir los volúmenes, las texturas y las densidades de las sensaciones y las emociones que te invaden a vos y a quienes te rodean... desconfío del fastidioso y sabelotodo lugar común de "una imagen dice más que cien palabras...", pero en este caso, quisiera compartir con ustedes algunas postales del acto del viernes, mucho más elocuentes y vivas que cualquier intento, insuficiente, fútil, de poner en palabras tanta piel erizada del viernes.
El acto fue organizado por la asamblea "¡Justicia por Sandra!", que, a su vez, trabajó conjuntamente en dos flancos paralelos: la comisión de cultura y la comisión de prensa y comunicación. La idea del acto fue hacer resonar la vigencia y el sentido de urgencia del reclamo de justicia a dos años y medio del asesinato y violación de Sandra Ayala Gamboa, y también pujar por incorporar la noción de femicidio (acá no hay encomillado que valga, como sí sucedió en algunos medios que tomaron la noticia) al lenguaje cotidiano. Lo cotidiano: ese fue el campo al que decidimos apuntar, concibiendo una intervención que problematizara la acrítica linealidad de la percepción cotidiana (sede de un nefasto "sentido común" que consiente en naturalizar la ritualización socio-política-jurídica e institucionalización de la violencia de género) e interpelara directamente al pasar anónimo de todos los días. Dos cosas: problematizar lo cotidiano y visibilizar lo encubierto por costras y costras de silencio. Problematizar y visibilizar.
Necesitamos una palabra, generalizar el empleo de una palabra. Las palabras son herramientas que nos sirven para reconocer, dar entidad, concientizar sobre un problema que ha sido metabolizado por la sociedad misma; tan avanzada fue la naturalización que el problema ha podido desprenderse de cualquier forma de nominación y se ha diluido en todas partes, volviéndose tan familiar y váporeo como el aire mismo, pero tan presente como el dolor del cuerpo arrebatado. Necesitamos un nombre:femicidio.
El femicidio es la muerte violenta de una mujer, por el hecho mismo de ser mujer. Es una de las expresiones más brutales del continuo cotidiano de violencia, opresión y silenciamiento que sufren las mujeres. Es promovido por la impunidad, la omisión y la negligencia criminal del Estado. El asesinato de mujeres se produce en el marco de esta sociedad patriarcal, sexista y desigual. El término femicidio se diferencia del universal neutro “homicidio” o del marco del “crimen pasional”, como suelen denominar a estos casos. La violencia de género nos hermana y nos vulnera a tod@s. Reconocer que el femicidio existe e incorporarlo al vocabulario de todos los días es el primer paso para transformar esta situación.
(Definición que se trabajó en la comisión de cultura para el armado de los trípticos informativos).
El sentido de la intervención urbana fue traducir visualmente todo aquello que las paredes, calles y veredas habían visto y conducir a la mirada cotidiana (rutinizada, mecánica, pasiva) a dirigirse a escuchar todo aquello que el espacio de la ciudad estaba diciendo... ¡a gritos!, como lo confirma la eficaz y directa retórica del rojo, querido y viejo megáfono cromático siempre al uso. Recortar el espacio del edificio de la mirada cotidiana, reafirmar ese reencuadre con una vieja frase ya conocida, el "usted está aquí" generalizado de los shoppings, pero no para reconducir al usuario paseante distraído a reincorporarse al circuito predeterminado de circulación consumista (el tránsito nuestro de cada día, bah), sino interpelándolo de manera descarnada, deteniendo el paso, interrogando la mirada, difundiendo la pregunta y la conciencia.
También se hizo un sendero de pisadas blancas stencileadas, marcando el camino desde la pensión donde vivía Sandra (calle 6 y 44) hasta el edificio de ARBA (calle 7 entre 45 y 46). Cada pisada estaba acompañada de palabras satélites: mujer, migrantey desocupada, caracterizándolaa Sandra;encubrimiento, impunidady silencio, precisando tristísimas invariantes que nos dicen mucho de la idiosincrasia política, social y judicial del país.
Ese día también hubo bandas (Vatangueando, un dúo de folklore cuyo nombre -glup- desconozco, Tabris -banda de la amiga de una casa, la fabulosa Letizia-, las chicas superpoderosas de Condenadas al Éxito y Mansa Locura) y radio abierta. Incluso a un compañero que repartía volantes, un taxista le dijo que iba a avisarle a todos los taxistas del gremio que ese mismo día el tópico inefable de conversación "tachero-cliente apurado" iba a ser: "¿sabés quién es Sandra Ayala Gamboa?".
Tengo uno de los últimos parciales de la carrera (dos parciales más y c´est fini). Deseenme suerte, porque realmente estoy hecha un spaghetti de nervios :(
Aprovecho para postear cosas que estuve escuchando, viendo y leyendo este tiempo, en recreos de mi claustro intensivo de estudio:
Amanda Fucking Palmer
Banda sonora de la semana: todo, absolutamente todo en lo que esté involucrada la diosa de Amanda Palmer ("The Dresden Dolls", "Yes, Virginia", "No, Virginia" y "Who Killed Amanda Palmer?"). Para despejar las lecturas de la facu: "Estuche de muerte" de Susan Sontag. Estuve picando de a ratitos: los cortos de Sadie Benning ("Jollies", "If Every Girl Had A Diary", "Girl Power").
Apenas hoy vuelva de rendir, sale lista con todas las cosas (audiovisuales, literarias, musicales, etc.) con las que me quiero poner al día y zambullir de cabeza.