Este viernes 21 de agosto, las calles se vistieron con la pregunta "¿Sabés quién es Sandra Ayala Gamboa?", para después afirmar, enfáticamente, en paredes, en la calle, en el rojo furioso que teñía ARBA (Agencia de Recaudación de Buenos Aires), en lxs perrxs compañerxs del Olga Vazquez (también entintados de salpicones rojos), en el montón de gente que detuvo su oído, escuchó y después se sumó al grito: "¡Todas somos Sandra!". A veces las palabras son esquivas para describir los volúmenes, las texturas y las densidades de las sensaciones y las emociones que te invaden a vos y a quienes te rodean... desconfío del fastidioso y sabelotodo lugar común de "una imagen dice más que cien palabras...", pero en este caso, quisiera compartir con ustedes algunas postales del acto del viernes, mucho más elocuentes y vivas que cualquier intento, insuficiente, fútil, de poner en palabras tanta piel erizada del viernes.



Necesitamos una palabra, generalizar el empleo de una palabra. Las palabras son herramientas que nos sirven para reconocer, dar entidad, concientizar sobre un problema que ha sido metabolizado por la sociedad misma; tan avanzada fue la naturalización que el problema ha podido desprenderse de cualquier forma de nominación y se ha diluido en todas partes, volviéndose tan familiar y váporeo como el aire mismo, pero tan presente como el dolor del cuerpo arrebatado. Necesitamos un nombre: femicidio.

El femicidio es la muerte violenta de una mujer, por el hecho mismo de ser mujer. Es una de las expresiones más brutales del continuo cotidiano de violencia, opresión y silenciamiento que sufren las mujeres. Es promovido por la impunidad, la omisión y la negligencia criminal del Estado. El asesinato de mujeres se produce en el marco de esta sociedad patriarcal, sexista y desigual. El término femicidio se diferencia del universal neutro “homicidio” o del marco del “crimen pasional”, como suelen denominar a estos casos. La violencia de género nos hermana y nos vulnera a tod@s. Reconocer que el femicidio existe e incorporarlo al vocabulario de todos los días es el primer paso para transformar esta situación.
(Definición que se trabajó en la comisión de cultura para el armado de los trípticos informativos).


También se hizo un sendero de pisadas blancas stencileadas, marcando el camino desde la pensión donde vivía Sandra (calle 6 y 44) hasta el edificio de ARBA (calle 7 entre 45 y 46). Cada pisada estaba acompañada de palabras satélites: mujer, migrante y desocupada, caracterizándola a Sandra; encubrimiento, impunidad y silencio, precisando tristísimas invariantes que nos dicen mucho de la idiosincrasia política, social y judicial del país.

Más fotos del acto, aquí y aquí.
"¡Ahora, ahora, resulta indispensable, justicia para Sandra, el gobierno es responsable!"
lucha ama a victoria..
ResponderEliminarresistiendo desde los bordes de la sociedad heteropatriarcal!
¡Siiiii! :D
ResponderEliminarQue lástima que en los comments no se puedan ver imágenes, pero si se pudiera, ésta sería la bandera a compartir:
http://img2.allposters.com/images/cmag/976-005.jpg
buena acción (en todo sentido)
ResponderEliminarhay que insistir
las modificaciones culturales llevan años de esfuerzo
no hay que aflojar
aquella foto de una familiar sentada en la puerta, con una bolsa y las velitas
ResponderEliminarme parte el alma
Hola Alex:
ResponderEliminarCoincido con lo de la necesidad de perseverar, siempre mutando, construyendo formas que escapen a los moldes de previsibilidad normativizados. Fue muy movilizador todo lo que sucedió el viernes pasado, y seguir percibiendo las resonancias que eso tuvo: toda persona que camina por la zona, se detiene a leer cada cartel y toda la escena integral que se construyó en torno a ese espacio... ese recorte de calle los interpela y los sacude de su cadencia cotidiana.
Creo que podemos sentirnos contentxs, en cuanto a nuestro próposito de visibilizar y llamar a la reflexión... ahora queda seguir trabajando y continuando esa senda, de múltiples formas posibles.