jueves, 10 de diciembre de 2009

Voz baja, ojos cerrados... ordenándome en imágenes

Yo le tengo un terror casi patológico a la oscuridad. La misma turbación me asalta cada vez que escucho el rumor de un tren aproximándose, cortando limpio las arterias de la noche. Hay una imagen de mi infancia que conjuga ambas sensaciones y se proyecta como uno de los episodios más inquietantes que viví.
Tenía una amiga por aquel entonces que vivía a metros de las vías de tren. Me acuerdo las veces que me quedaba a dormir en su casa: su familia tenía la costumbre de tapiar la casa de oscuridad a la hora de irse a dormir, como si el negro -asfixiante con el rigor de los absolutos, en el que abrir y cerrar los ojos no hace ninguna diferencia mensurable- fuese la más confortable de las frazadas. Oscuridad predatoria. En un estado de orfandad total, librada a la piedad de la más densa de las nadas, sin poder reencontrar con el alivio de una textura familiar.
Yo no me puedo confiar a la oscuridad. Nunca pude. Una vibrante sensación me apuñala el espinazo de sólo pensar en un estado de clausura sensorial tal que no puedo distinguir mi propia mano del resto. Se diluyen mis contornos, estoy en ninguna parte y estoy en todas a la vez: es la desesperante promiscuidad metafísica lo que me angustia y me aterra.
El asunto es que... no puedo ver mi mano, no puedo verla. ¿Existo? Si me soplaran suavemente la piel en ese momento, me desintegraría en interrogantes, angustia suspendida que se fuga hacia ángulos imposibles para nunca volver. Ante la más envolvente de las oscuridades, todo mi mundo centrifuga hacia dentro. Y se amplifican detalles, pequeñas presencias fisiológicas, pulsares micro-quirúrgicos, volviéndose un mundo tan inquietante. Me es muy cara la fascinación aterrada de la sensibilidad romántica, meciéndose en la torturada garganta del abismo. Las monstruosas fauces, las cavernas inflamadas del vacío volviéndose membrana-bóveda de nuestras búsquedas sin sentido. O cosas por el estilo. Pero creo que se ha pasado por alto lo monstruoso que puede ser el mundo microscópico. Formas imposibles, formas que no deberían ser, supurando con marcial organicidad, cubismo cruel. Y yo en la oscuridad soy todo eso, atenta a cada milimétrica confesión de vida que se supone que debería ser yo, y que no reconozco.
Me acuerdo de mí, en ese momento, con los ojos bien abiertos, tratando de rasgar una mortaja líquida adherida a mis ojos; atenta, mórbidamente atenta a la menor señal de familiaridad en ese universo caótico de abstracciones reptantes.
Y el péndulo que me devuelve a la realidad concreta, que me devuelve algo de situación y me la arrebata arbitrariamente, es el sonido del tren de medianoche, esa proximidad de lo inasible y lo temerario, que traza túneles en el bloque denso de la noche húmeda de verano. ¿Cuántas historias había escuchado yo de gente que se arrojaba al tren? Seguramente esos números y esos cuentos engrosaban la urgencia de mi corazón latiendo, latiendo tan fuerte que al despertar me quedaba el ardor cúbico de un volumen inexacto, acorralado dentro de mí, como una fiera hidrofóbica. Pero lo que más me asustaba era esa cadencia de péndulo, el sentido de proximidad, de irreversibilidad; de que la única certeza que tenía en ese escenario era algo que iba y venía, arquitectura del miedo que embestía y me dejaba sin nada... arrojada a esperar en la octava vértebra de la noche, balanceando mis pies desnudos en el vacío, contando sedienta e insomne cuántas horas, cuántos minutos, cuántos segundos más faltarían para la próxima vuelta de tren.

5 comentarios:

  1. hola, Morganita

    es la maldita mente dual de la cultura audiovisual, me salió en versito.
    buéh, menos mal que no sos vampira, jiji.
    vampira de tren fantasma sería el colmo.
    el miedo a la oscuridad debe ser una de las fobias más extendidas, supongo.

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  2. :) ¡cómo me gusta tu forma de escribir amiga! grosA.
    yo tuve (a lo largo de mi vida) etapas con muchx miedo a la oscuridad y otras en las que se me pasa...temporadas largas de noches con velador...je, sin embargo confieso que la oscuridad alumbrada con luz de luna es muy muy hermosa, podría vivir así y sin sol perpetuamente. Besos.

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  3. ah y con los trenes también me pasa eso...de chika (muy de letra punk rocker je) me la pasaba con mi mejor amiga andando en tren y sacando fotos en la estación de tolosa, pero más de grande anclé un miedo casi irracional (digo casi...) a las vías, el tren y su ruido...yo también lo escucho desde mi ventana, pero eso no me asusta -viste que en el barrio las distancias sonoras se enrarecen... más a la noche, parece que el tren pasa por el fondo de mi casa- y hablando de temporadas, ya hace bastante que no se me pasa esto de la fobia-viaria.
    chuuu (ku chu) :P

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  4. Hola Alex y Chica O.: heeeey (sonido de desesperezos guturales a lo Chthulu), al fin me despegué de mi maldito vórtice temporal año-nuevístico (supongo que no fui el/la únicx en caer en este cliché malvado)... ¡felisaaaa para todxs, gente bonita! :D

    Alex: la idea es de a poquito ir convidando una cajita de dulces (con música, porque las cajitas musicales son una de las cosas que más me aterran en esta existencia) con algunos de mis miedos más propios, de los exóticos-pintorescos y de aquellos que me enserian más, que apenas me animo a darles nombre y sugerirles forma (como si se tratara de creaciones no reconocidas por su padre, H. P. Lovecraft). Igual es verdad lo que decís y le pesa mucho a mi vampiro-filia militante vanhelsing-fóbica (lo mismo que amar con locura el ajo) :P

    Chica O.: ¡Andre grosaaaaa! Lindo encontrarte en este miedo, las dos naufragando en un oceáno oscuro y líquido, agarradas a nuestros respectivos veladores =)
    Igual también comparto lo de lo bonito que se ven las cosas tamizadas únicamente a luz de luna; pero cuando duermo sola, la incursión no pasa mucho más de un "a ver?" y un rápido y desconfiado volver a prender el velador, para encontrarme rápidamente con el relieve familiar de las cosas :)

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  5. espejismos.. la oscuridad me da panico, pero lo mio es mas complicado porque de verdad es panik atack,taquicardia y sensacion de muerte inminente..lo trate mil veces en terapias y homeopatas pero sigo dejando siempre una luz prendida cuando me voy a dormir..te dejo el monitor prendido para que escribas cosas bonitas.. besos.sig.

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