sábado, 2 de enero de 2010

Bloody Mary wants to marry me

Aclaración de turno: me gusta mucho- muchísimo el género epistolar, supe ser una de las últimas defensoras de la preciosísima experiencia-vínculo epistolar que no incluye solamente el hecho mismo de la carta, sino y sobre todas las cosas, una serie de rituales únicos hechos de materia (el compromiso sanguíneo que implica el contacto íntimo y desnudo del puño, la muñeca arqueada, la lapicera/lápiz y el papel... ellxs se secretean como mejor saben, con la complicidad amiga del chisporroteo del fuego), temporalidad (la espera, elástico y delicioso balancearse en el tiempo hecho medialuna cuántica) y expectativa (la ansiedad que circula como un pulso clandestino, subterranéamente a través de geografías y días arrancados al almanaque... se escapa con la ruptura del sobre y le pega una palmadita en el hombro a Kierkegaard -y después a los Manic Street Preachers, claro está-, que decía aquello de "la ansiedad es libertad"). Posteriormente, mi afición por mandar cartas (y con ella, un montón de amistades conocidas únicamente a través de ese medio... así como la literatura epistolar es un género literario, las amistades epistolares son un género más de esa inquietante y apasionante cantera de ficciones que son las relaciones humanas), se perdió, o más triste aún, quedó reducida al ejercicio eventual de una dedicatoria firmada (igual, hago de esto un acto terco y convencido: no regalo libros que no estén dedicados).

Toda esta intro, trivial, emperifollada hasta la náusea (¿hasta cuándo voy a seguir tributándole flores a una academia que detesto?)... esta intro que el mismo Charlie Bukowski detestaría... es una excusa simplemente para compartirles una de las cartas más fuertes, certeras y -a pesar de eso/por eso- hermosas que leí en mi vida. Es del tío Bukowski, 1963, escrita a su amiga Ann-Bauman. Palabras sobran, silencio por favor, que éste es un puñado de costras hablando:
________________

A Ann Bauman, 2 de mayo de 1963.

estoy escribiendo esto después de nuestra conversación telefónica, y vos no tenés plata, y deberías tener, y sin embargo también hace bien no tener, fuiste un sonido desde la oscuridad, y te amo por eso, hay algo bueno en
vos, puede que no lo sepas, pero existe, y olvídate de todas las comas y de esta charla estilo libre... es tan raro escuchar un sonido en la locura. no me siento cómodo hablando por teléfono. no me siento cómodo hablando.
aunque digo cosas pequeñas y tontas, es sólo por vergüenza y carencia de habilidad y de corazón y por todas las carencias que me impiden expresar lo que quisiera, y cuando cuelgo el teléfono siempre siento que fracasé. no un
fracaso ordinario, sino un fracaso que afecta a todo: a mí mismo, a vos, a nuestra próxima mañana, a todas las maneras en que se enrosca el humo. Ann, creo que tenés que saber esto: no soy básicamente un poeta, odio a
los putos poetas que se complican la vida contra el mundo quejoso, y los poetas son malos, y el mundo es malo, y nosotros estamos acá!, sí. lo que quiero decir es que la poesía, la que yo escribo, es sólo una décima parte de
mí. las otras nueve partes están asomadas a un acantilado sobre el mar escupiendo maldiciones baratas. me gustaría sufrir a la manera clásica y tallar un mármol que dure siglos después de este perro que escucho tras mi
ventana de 1963, pero estoy maldecido y abofeteado y malgastado hasta la nulidad en mis brazos y ojos y dedos y esta carta esta noche, 1 o 2 de mayo de 1963, luego de escuchar tu voz en el teléfono.

merezco morir. espero la muerte como a un halcón engalanado que con su pico su canto y sus púas busca mi sangre enjaulada. suena lindo, pero no lo es. la poesía que es parte de mí, la realidad aparente, lo que escribo, es bosta y basura y saliva y viejas naves de combate que se hunden. sé que cuando el mundo --que es barato y sin clase ¿y qué más? ¿qué más?-- olvide la poca poesía que escribí, no ser¡ del todo culpa del mundo, porque yo no pienso en escribir, y sólo el filo del cuchillo, con el que unto la manteca o corto la cebolla, tiene un poco de práctica en los versos de mi mente.

no sabés lo importante que fue tu llamada para mí, aunque te debo haber parecido torpe y atolondrado y estúpido, pero me gustaría que no me volvieras a llamar porque sé cómo te están yendo las cosas (no muy bien) y no quiero que la poca buena gente del mundo sea herida por bukowski el vomitador. todo esta bien ahora, pero yo no sé si vendrá¡ o cuando vendrá el próximo ataque, lo cual es un punto de vista cobarde, y todos los hombres son cobardes al ahogarse, escúchalos gritar, ¿y qué es la vida? ¿qué? hundiéndose en el agua, y no es la falta de aire y luz y pulmones y ojos y amor lo que cuenta: es esta picazón que pusieron en nosotros y que nos hace preguntarnos por qué carajo estamos acá¡. por esas pocas cosas. como una llamada desde Sacramento a las 7.30 de la noche. no sé, no sé, y eso es tan triste. si las cosas se arreglaran con mi llanto, todos nos ahogaríamos en mis lágrimas enfermas. pero no sé qué hacer. tomo demasiado. o no lo suficiente. hago apuestas. hago el amor con mujeres que sólo viven dentro de sus cuerpos y miro los copos de sus ojos y sé que les miento y que me miento porque no soy más que un perro, y el amor o su acto deberían contener algo más que dos pedazos de carne friéndose en una sartén o todo est¡ perdido como pasto del jardín o caracoles pisados y aplastados, abandonados a una suerte de viscosidad viviente, a una vida triturada para siempre.

este asunto de la poesía es el peor de esos pisotones. te debilita. y si un hombre ya es débil antes de escribir poesía, entonces se convierte, finalmente, a través de los golpes de sombras y quejas, en lo que es: sólo
otro muchachito rosado que hace su fucking trabajo de la manera más frágil y vomitiva.

tenés que entender que hay otros modos de enfrentar la vida que no son la máquina de escribir. quienes lo hicieron así quizá¡ no sean el mejor ejemplo. nunca tomes al Arte como un espejo sagrado. lo justo siempre es poco, y eso incluye a todos los siglos. los países más honorables no sobreviven por coraje, ni las épocas sobreviven a los buenos artistas. todo es azar y mierda y el golpe de los vientos. por favor perdóname las malas palabras. si hay
algo que odio es una palabra vil dicha vilmente o un chiste verde o el sexo y la vida de un hombre y una mujer que quieren la cosa así como está. quizás yo esté perfectamente loco y vos deberías saberlo (una nota más sombría con chillidos dorados) y no tengo intenciones de agarrarmelas con tus obras de teatro... algunas están bien... Racine, etc., y uno sólo se puede reír de eso cuando no da o intenta, y yo digo adelante: versos o llamadas telefónicas o tarjetas de crédito o muerte o amor o enormes balnearios en playas de sonido y golpes y momentos de medianoche, te agradezco por seguir y yo, también, mientras tanto, sigo un poquito más.

p.d.: no me odies por sentir más de lo (quizás) necesario. puede que sea mejor que las ranas perdidas y el aire quemado de nylon y neón... puede que sea mejor que nos convirtamos en criaturas de gestos en vez de realidad, y el matrimonio es una realidad de la vida y muy pocos de nosotros pueden soportar el matrimonio o la realidad o la vida.

charles bukowski

2 comentarios:

  1. hace más de 20 años, una ley estatal ordenó privar de la libertad a unos miles entre los que me contaba.
    a 1500 km del conocido más cercano, escribir y recibir correspondencia me entretuvo los primeros meses hasta que entendí que las palabras sólo hablaban de su propia impotencia.
    desde entonces, a Nadie le escribo.

    http://paranumero.blogspot.com/2009_05_15_archive.html

    ResponderEliminar
  2. Las palabras suelen ser insoportablemente cóncavas cuando las queremos convexas... y cuando son convexas, la cáscara no es de la mejor calidad esperable :S

    La carta no sólo fue escrita para Nadie, sino que también a Alguien le dió un poco de contractura de cuello para leerla ^_^

    ¿Se acuerdan de...? http://www.youtube.com/watch?v=5U1yYQ1y-3k&feature=related

    :D

    ResponderEliminar