martes, 29 de septiembre de 2009

Donde se extinguen las escuadras

Lala tanteó el borde del acantilado. No podía encontrarse más al final. La lluvia caía chirriando rabia y el atardecer se rebanaba lentamente en tiras de plástico frito, que, al caer contra los zócalos recalentados, rompía dramáticamente en agua espumosa. El brazo de Lala se movía como un péndulo, su mano jugaba a trepar el vértice y luego se dejaba caer al vacío. Llegué, dijo, con los ojos entrecerrados y una sonrisa agotada. Lala reparó en su corazón latiendo violentamente, como una bestia cebada, aprisionado entre resortes ácidos que presionaban por reubicarlo en su cofre de membrana. Lala tuvo que relamer sus labios para protegerlos del agrio acople de sus tripas. Aún así, Lala estaba con su corazón. Con su mano izquierda, trazó suaves círculos, densos como la crema, en su pecho.
Éter, éter, sacudió su cabeza, sonriendo: ¡rompería el éter a dentelladas limpias!
Su mano se deslizó bruscamente del triángulo de piel y cayó al costado para encontrarse con el mosaico liso. De una tibieza irregular, inflamada de suavidad rosada, a una tibieza euclidiana, silente.
Lala sintió el ronquido áspero de la tortuga, metros más abajo. Se incorporó, sosteniéndose con los brazos, y le vio el ojo triste al pobre animal. Una ampolla negra, acuosa, coronada por finas raíces rojas, las pestañas como rastrillos curvos, que protegían la marcha de la tortuga. Nos estamos moviendo, pensó, y volvió a reposar su cabeza boca arriba, con cuidado de derramar prolijamente su cabello en el borde, ahí donde se extinguen las escuadras.
Abajo, la tortuga proseguía su camino, rezumando archipiélagos de humo que se enroscaban en el brazo caído de Lala. Arriba, el sol, puro incendio sin contornos, lacraba un cementerio de geometrías en desuso. A la derecha de Lala, el abismo lechoso, reconquistado con cada paso firme de la tortuga. A la izquierda, todo el mundo recorrido por ella, escenario de cartón desdoblándose en sombras largas. Una tajada de tierra y vidrio balanceándose en el lomo encostrado. Lala está ahí, entre sacudidas, feliz de hallarse en el fin del mundo.
Este borde, pensó, aferrándose agradecida al vértice, me hace piel vibrante y ansiosa, es todo lo que necesito para lanzarme a la posibilidad. La lluvia había cesado y el sol se escurría bajo el vientre de la tortuga. Quedaba un largo viaje por delante.

(Este es un cuento corto que escribí a principios de este año, creo que pide a gritos una transfiguración visual... posiblemente, idea de futuro cortometraje animado).

viernes, 25 de septiembre de 2009

La séptima comezón literaria

"I´m high. Literary high. It´s a Kafka high. It makes you feel like a bug". Joan en "El Almuerzo Desnudo" (1991, David Cronenberg)

domingo, 20 de septiembre de 2009

Costuras (primera parte)

Este fin de semana estuve trabajando intensivamente en mi proyecto de tesis, esta vez experimentando animar hilos de coser y cartones dibujados. El hilo de coser resultó ser un asombroso hallazgo: es un material super lábil, tan difícil de manejar como fascinante a la hora de intentarlo, ideal para habilitar creaciones efímeras, fogonazos ingeniosos que emergen con la desfachatez de una cosquilla y después rápidamente se desdicen. Mi idea en esta parte del proyecto es la de pensar el comienzo biográfico de una persona como pura y subversiva abstracción cinética, inclasificable y enredada, y trabajar en el momento en que la mirada del Otro comienza a visibilizar los cambios en el propio cuerpo. En realidad, partir de la base de que a una no le crecen los senos, ergo tiene que usar corpiño; sino revertir por completo la ecuación: desde el momento en que se reglamenta el corpiño, crecen los senos. En el crecimiento de la mujer, la conciencia del género -aquí el género es concebido como algo completamente arbitrario y violento, como un proceso formativo/correctivo en el que se instituyen contornos de coerción y disciplinamiento- se labra a martillazos, a golpes de censura y represión, instalando y ratificando la desconfianza hacia el propio cuerpo.
Más allá de toda mi palabrería de siempre (a veces no me soporto cuando se desboca Morganita teórica), me gustaría que vean el video y compartan sus opiniones (hay instancias en el proceso de tesis, donde me siento totalmente desbrujulada y necesito una mirada externa).


jueves, 17 de septiembre de 2009

Vals de la belleza en frío

Mariposas, flores. Los alfiles de la taxonomía adoran hacer sistema de las expresiones más representativas de la vida orgánica. Es que también los sistemas son belleza, despliegan todo un juego de cartografías teóricas, paisajes abstractos hechos coordenadas y simulacros y una vertiginosa demonología de nombres clasificatorios, la mayoría de ellos en un latín oscuro, ligeramente herético en su opacidad. Pero esos sistemas tienen la belleza perturbadora y derrotada ya desde un principio, de las naturalezas muertas.

La canción y el video de "Blume" (recomiendo el hermosísimo album "Tabula Rasa"), de los alemanes industriales/neo-dadá Einsturzende Neubauten, produce esas mismas resonancias narcóticas e inquietantes. La tétrica coreografía entre lo orgánico y lo inorgánico. Ideal para vestir un día de lluvia como hoy. Ojalá que lo disfruten, es, definitivamente, uno de mis videos favoritos de todos los tiempos.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Apuntes para una poética del balbuceo

El rubor, aquella correntada rabiosa que crispa a las pecas y las transforma en incendiarias fulanas locas llamando a la epidérmica insurrección... el rubor es anarquía. Para empezar a esbozar cuestiones sobre la poética del balbuceo debería empezar por mí misma. Soy una enamorada de los discursos de barricada, de la retórica agit-prop, a veces me quedo solita defendiendo la convicción monolítica de la alegoría en plena era del sarcasmo posmo. Siempre quise ser un Manifiesto con pulso. Soy una atea apóstata ramona con un panteón de ídolos, Breton, Tzara, Debord. Pero justamente, cuando me pongo dedo-estandarte en alto, el encuadre se vuelve un acusador contrapicado y paso revista a esas palabras que son como megáfonos semánticos, me vuelvo inauténtica. O quizás no, quizás la autenticidad está en la pasión que bulle en cada una de esas palabras, de ese discurso de geometrías cortantes y poco recreo para tomar aire antes de largar otra sarta de palabras duras. La pasión es el modo de habitar el sentido de las cosas, el sentido que le damos a las cosas. Y la pasión tiene fisuras, lagunas, es vaporosa por momentos, elástica licuefacción en otros, ondula, exhala, vibra y viste toda clase de transformaciones físicas que muchas veces evidencian la naturaleza pura-cáscara de las palabras.
Hay muchos momentos en los que me siento cómoda en el terreno de las palabras: los juegos, las ironías, el absurdo, los discursos fuertes. Cargo con una angustia espantosa que es mi fuerte sentido del control y de la moralidad (así como Susan Sontag, yo también estoy aprendiendo a vivir siendo simultáneamente "una esteta enamorada y una moralista obsesiva"). El rubor es anarquía porque se filtra en los grietas de esos enormes bloques de sentido que son las palabras. La facilidad con las palabras me proporciona una máscara social con la que a veces me siento cómoda pero otras veces me siento muy sola: todavía estoy tratando de sacarme de encima, a chutes intensivos de diván, el estigma de ser soberbia y arrogante que siempre me atribuyó mi viejo. No soy soberbia y el rush de fuego que eriza la piel cuando tengo que hablar es la prueba más concreta de eso: no soy como mis palabras-propaganda, lisitas, sin fisuras, refulgentes y bravuconas; soy puro balbuceos y retazo, contradicciones centrífugadas, collage y decollage que se vuelve pulpa rojo tomate cuando la pasión excede ampliamente el contorno de la palabra.
Ese rubor es anarquía. Antes solía vivirlo como una enorme molestia, algo que me desacreditaba profundamente, que echaba a tierra mi discurso, que me hacía sentir socialmente incapacitada. Una borra expansiva de duda rosada sobre los mapas cartesianos de mis discursos. Ahora ya no. Ahora lo grito y lo vivo como una anarquía, como una anarquía sensible que me hace linda y (supongo yo) entrañable para algunxs. Toda mi tesis es justamente eso, un elogio del balbuceo, del borronazo rojo en las mejillas, de exorcizar el cartón de las palabras y volver al juego (¿cuándo fue que perdí de vista al humor -o mejor dicho, el Umor- postulado como la más bella de artes por los surrealistas?). El personaje de mi tesis está hecho de parches materiales (plastilina, tela, hilo, tiza, ya descubriré qué otras cosas más), en otros momentos, su imagen es pura interferencia y disrupción en una bóveda cóncava y plástica de imágenes otras.
Mi trazo al dibujar siempre se inclinó por las líneas rectas, fuertes y precisas. Ahora está tratando de familiarizarse con la licencia de la duda, de la vacilación hecha grafito, de la torpeza por decir empujada por un fuerte y poderoso sentido de urgencia. Haciéndose cargo, de esa estela de rubor que carga por detrás (convirtiéndola en la más orgullosa de las estolas de plumas).

martes, 1 de septiembre de 2009

Diario en tiza

Les quería compartir un pedacito de lo que estoy haciendo para mi tesis de Licenciada en Comunicación Audiovisual. Hago un pequeño paréntesis para contarles lo mucho que me entusiasma y me implica emocional y físicamente esta instancia de tesis: en este momento de mi vida, prácticamente no hay separación entre los universos sensibles y vivenciales de la tesis y de la experiencia cotidiana; siento que estoy estrenando nuevos sentidos (estoy hablando tanto de aquellos ligados a la percepción como de todo tipo de fabulaciones, remiendos y construcciones semánticas) y los estoy echando a correr en la vida misma (me viene una imagen de la niñez que no sé cuánto tiene de verdad y cuánto tiene de mentira apresada y asida en piel como memoria: la niña jugando con el autito de carreras, cansada del recorrido guionado por la pista, que pasa a definir otro tipo de juego, sintiendo el traqueteo del autito por su brazo, enredándose por sus pelitos, haciendo y deshaciendo dibujos en su propia piel). En fin, les presento un ejercicio de animación stop-motion para el taller de tesis, diario del personaje de mi proyecto (Ailín), una Sadie Benning hecha de tiza. Goce y frustración, temor y temblor, libertad y constricción, todos esos estadios emocionales centrifugados rabiosamente en las mejillas sonrojadas de Ailín. Corto inspirado en la hermosa y desoladora canción confesional de The Dresden Dolls, "First Orgasm" (del album "Yes Virginia"). Ojalá les guste. Sinceramente, a mí me estremeció hacerlo (y todavía me estremece mucho verlo).